
19 May Por qué la investigación y la innovación están condenadas a entenderse
Normalmente estoy acostumbrada a escribir sobre temas muy tangibles, muy concretos. Pero hace tiempo que vengo haciendo la reflexión, qué es innovación, qué es investigación y porqué las entidades financiadoras se empeñan en hacer una gran diferencia entre ambas cosas. Cuando en realidad están condenadas a entenderse, a ir de la mano y a trabajar juntas si de verdad queremos avanzar en todos los campos del conocimiento.
Empecemos por el principio con algunos conceptos básicos a través de este fantástico vídeo.
Con que os quedéis con estos cuatro minutos de vídeo yo ya me daría por satisfecha. Pero vamos a seguir ahondando un pelín más en estas definiciones y, sobre todo, en el término «innovación». A forma de resumen conceptual podemos destacar lo siguiente:
INVESTIGACIÓN
Indagación original y planificada para obtener nuevos conocimientos y superior comprensión en el ámbito científico y tecnológico.
Da respuesta a las siguientes cuestiones que se puede plantear la empresa: ¿Qué sabe?¿Qué debe saber?
Principales resultados: Publicaciones/Papers.
DESARROLLO
Aplicación de la investigación hasta obtener planos, esquema o diseño, prototipo no comercializable o planta piloto.
Principales resultados: Prototipos/Plantas Piloto.
INNOVACIÓN
Obtención de nuevos productos y procesos o mejoras de los ya existentes. Incluye la I+D, diseño industrial, equipo e ingeniería industrial, lanzamiento de la fabricación y adquisición de tecnología. (Diferentes definiciones para diferentes usos).
Principales resultados: Servicios/Aplicaciones.
La investigación y el desarrollo tecnológico son «viejos conocidos» y han estado presentes en nuestro día a día desde hace siglos. Pero no podemos decir lo mismo de la innovación, que se ha colado como un hot topic en nuestro vocabulario en las últimas décadas. Y a través de mi trabajo me he podido dar cuenta de que mucha gente no sabe bien qué es innovación o la entiende de forma errónea. Voy a intentar aclararlo un poco más, aunque ya hemos ido introduciendo información a lo largo de esta entrada en relación a lo que implica innovar.
Innovación de producto o servicio
- Se realizan cambios significativos en un producto o servicio para mejorar sus funcionalidades o resultados.
- Un ejemplo podrían ser las diferentes versiones de un mismo smartphone.
- Va a depender mucho de la cultura empresarial, y de que se dediquen recursos a la propio innovación interna.
Innovación en procesos
- El foco se pone en la implementación de nuevos procesos o la mejora de los actuales como fabricación, distribución, producción, logística, compras, etc.
- Se busca incrementar y mejorar la eficiencia de los recursos y la eficacia de la empresa, así como también, lograr reducir costes.
- Un ejemplo claro de esta innovación es la empresa IKEA, habiendo alcanzado un grado de optimización de costes en sus procesos muy superior al del resto de su competencia.
Innovación en marketing
- Se desarrollan nuevos métodos de comercialización, que incluye mejoras en el diseño de un producto o embalaje, precio, distribución y promoción.
- Trata de satisfacer mejor las necesidades de los consumidores, de abrir nuevos mercados o de posicionar de manera novedosa un producto de la empresa con el fin de aumentar las ventas.
- Podemos seguir con el ejemplo de IKEA y su última campaña a favor de la sostenibilidad, o la que hicieron en su día sobre disfrutar de un desayuno o una comida mientras pruebas una cama.
Innovación organizacional
- Se crean nuevos métodos y diseños organizacionales ya sea en las prácticas de la empresa, la organización del lugar de trabajo o las relaciones exteriores.
- el principal objetivo es mejorar la cultura organizacional incrementando, como resultado, la productividad y la competitividad de los recursos humanos.
Innovación tecnológica
- La innovación tecnológica se basa en los resultados de nuevos desarrollos tecnológicos, nuevas combinaciones de tecnologías existentes o en la utilización de otros conocimientos adquiridos por el establecimiento.
- Cualquier de las cuatro innovaciones definidas anteriormente va a poder ser calificada de tecnológica si cumple con la premisa anterior.
- En la mayoría de las financiaciones públicas (y también privadas) de la I+D+i, cuando se habla de «innovación» se refieren a innovación tecnológica.
Como ya os habéis dado cuenta, investigar e innovar son cosas diferentes y complementarias: Mientras que investigar es aplicar la metodología científica para adquirir conocimiento sobre el objeto de nuestra práctica profesional y comprenderlo más profundamente, innovar es aplicar el conocimiento adquirido para la mejora de los procesos/servicios profesionales.
Vamos a verlo con un ejemplo práctico para entender la verdadera naturaleza de esta sinergia.
El investigador
El investigador, partiendo de una hipótesis, planifica una estrategia experimental basada en la metodología científica y que tiene por objeto demostrar o refutar su hipótesis. Esta experimentación rendirá nuevo conocimiento sobre la materia en estudio y puede que parte de ese nuevo conocimiento tenga aplicación en un campo concreto.
Vamos a poner un ejemplo real del ámbito de la salud. Wilhelm Conrad Röntgen fue un físico alemán del siglo XIX que, en 1895, estudiando los efectos exteriores de aplicar una descarga eléctrica a un tubo de vacío, se dio cuenta de que había una fluorescencia que atravesaba el cartón que tapaba el tubo. Utilizó placas fotográficas para demostrar que los objetos eran más o menos transparentes a esa radiación y así descubrió los Rayos X. Realizó la primera radiografía humana usando la mano de su mujer. Los llamó «rayos incógnita», o «rayos X» porque no sabía qué eran, solo que eran generados por los rayos catódicos al chocar contra ciertos materiales.
El innovador
El innovador extrae el conocimiento aplicable derivado de la investigación y lo adapta al sistema concreto de aplicación, lo que normalmente requiere alguna modificación y trabajo en equipo.
Siguiendo con el ejemplo anterior tenemos el caso de Antoine Béclère. Fue un médico especialista en enfermedades infecciosas, virólogo e immunólogo francés, que estaba interesado en mejorar el diagnóstico de la tuberculosis.
Un poco menos de un mes después de la publicación del descubrimiento de los rayos X por Röntgen (trabajo publicado el 28 de diciembre de 1895), durante la primera sesión de radioscopia, llevada a cabo con sus ayudantes los doctores Oudin y Barthelemy el 20 de enero de 1896, se revelaron claramente las posibles aplicaciones de los rayos x en medicina. A lo largo del verano de 1896, Antoine Béclère y su equipo crearon el primer dispositivo de rayos X para la diagnosis de la tuberculosis pulmonar.
Mi opinión: como el perro del hortelano…
Creo que queda claro que la investigación y la innovación son dos caras de la misma moneda. Y precisamente por eso en la mayoría de las ocasiones se dan la espalda, intentando omitirse deliberadamente la una a la otra. ¿Y por qué ocurre esto? Yo tengo mi teoría que es la que voy a exponer a continuación, pero aviso que está única y exclusivamente basada en la experiencia de más de una década de trabajo en este sector. Tú opinión al respecto me interesa, por lo que te estaré súper agradecida si me dejas un comentario sobre si estás a favor o en contra de lo que te voy a explicar ahora.
Los investigadores en general suelen considerarse a sí mismos la élite intelectual, son puristas en todo lo que hacen, y gran parte de la ciencia puede ser entendida como lo que consideramos ciencia básica. Es decir, sin aplicación directa en un futuro cercano. Y esto es maravilloso como hemos visto en el caso de nuestro amigo de los Rayos X. Si no es por ese hambre de saber, ese ansia de nuevo conocimiento y de explorar límites a los que nadie se atreve a llegar, no estaríamos donde estamos. Todo eso es gracias a los investigadores e investigadoras que con su paciencia, con la aplicación del método científico, y con la calma de estar dispuestos a dedicar toda una vida a saberlo «todo» sobre algo, nos hacen avanzar en todos los campos del conocimiento. Pero como bien hemos visto con el ejemplo de Antoine y Wilhem, el querer saberlo todo no es suficiente. Porque donde reside el verdadero valor de lo que para mí es el investigador completo es en la humildad de reconocer que has descubierto algo que no sabes cómo aplicar. Y que necesitas ayuda. Es aquí donde chocamos con los egos.

¿Qué hay más importante que el conocimiento per se? En el entorno académico más teórico el colaborar con una empresa o un centro tecnológico para «aplicar» ese conocimiento es poco más que herejía. Seguimos pensando que las empresas «solo quieren hacer dinero con nuestras ideas» (correcto, pero tú, investigador, también puedes hacer dinero con tus ideas si te preocupas de proteger bien tu conocimiento). Seguimos pensando que los tiempos de la investigación y la innovación no son compatibles (correcto, el mundo real normalmente va mucho más rápido que el conocimiento investigador). Y hasta que no nos quitemos estos prejuicios de la cabeza y tendamos puentes entre la academia y le empresa de forma sólida, tendremos que seguir esperando a qué el Antoine de turno se encuentre con su Wilhem particular para poder cubrir las necesidades de la sociedad futura.

Últimamente cada vez me viene más a la cabeza el siguiente sinónimo: innovador = vendehumos. Como ya hemos comentado en las últimas décadas el estilo de vida emprendedor se ha puesto de moda: ser tu propio jefe, trabajar con el mojito en la mano desde una playa paradisiaca, ingresas millones de dólares cómodamente mientras duermes. Señores, señoras, TODO ESTO ES MENTIRA. Siento ser yo la que tenga que venir a quitaros la venda de los ojos, pero no hay que confundir la verdadera innovación con tener un pico de oro. Que es lo que mucha gente que se considera «innovadora» piensa que es lo necesario para triunfar: saber venderte, y saber vender tu idea. Sin tener absolutamente nada de nada detrás más que palabras. Estaréis hartos de escuchar (como lo estoy yo) palabrejas tales como «pivotar», «engrasar», «escalar», «ecosistema», «hub», «pichear» y un sinfín de anglicismos más. Be careful!
Yo soy emprendedora, y tengo mucha gente a mi alrededor que también lo es. Y se trabaja mucho, y se sufre mucho. Y muchas veces se gana muy poco o incluso se pierde. Pero ser emprendedor no significa que te encuentres en el entorno de la innovación. A lo largo de esta entrada he intentado dejar claro a qué nos referimos cuando hablamos de innovación, y no tiene nada que ver con «ideas locas». La innovación se hace en las universidades, en las PYMES, en los centros tecnológicos, en las multinacionales…y también de vez en cuando, a través de acciones de emprendimiento individual. Desgraciadamente esta mezcla de términos y de conceptos está haciendo que muchas veces se desvirtúen las verdades innovaciones disruptivas, y que haya gente que piense que «todo vale» si uso las palabras adecuadas, las que están de moda. No sabéis con la de personas que me he cruzado que te prometen que, sin ningún tipo de conocimiento en banca, puedes hacerte rico con inversiones en bitcoin, o en e-commerce, o en digital marketing, y todo ello empleando tan solo 2 o 3 horas al día de tu tiempo. En serio, esto hace mucho daño, sobre todo porque estamos pasando momentos muy duros donde la gente ha perdido sus empleos y se lanza a la desesperada hacia cualquier cosa, llegando a arriesgar su patrimonio personal.
No os dejéis engañar, las verdaderas innovaciones conllevan un conocimiento del sector en cuestión brutal, una inversión económica en ocasiones muy importante y equipo humano con un talento especial para visión de mercados futuros. Además de alianzas sólidas entre todos los estamentos de la cadena de valor de la I+D+i: esos puentes de los que hablaba antes entre la academia y la industria son puentes de ida y vuelta. Afiancemos esos pilares que son los únicos que se han probado lo suficientemente sólidos para materializar el conocimiento en soluciones reales y aplicadas a la sociedad.
POR SI TE LO PERDISTE…
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